Me sorprende la frecuencia con que encontramos a personas que no saben diferenciar entre una táctica y una estrategia, y es aún más sorprendente ver que estas personas se encuentran administrando empresas y negocios en la actualidad. No fue sino hasta que me convertí en mercadologo o “marketero” que finalmente entendí la importancia de saber esta diferencia. Para ayudar a entenderlo mejor, utilizaré un ejemplo:
Supongamos que estás en una misión militar y te dejan caer del helicoptero o del avión en medio de la jungla. Has terminado la misión que se te ha encomendado, ¿ahora qué? ¿Cuál es tu plan para salir de esa jungla y regresar a casa? ¿Seguirás río abajo? ¿subiras la montaña? ¿Irás a un punto despejado y libre de árboles para ser recogido por el helicoptero? ¡A esto se le llama Estrategia! Ver las cosas “por encima de los hombros” o tener un panorama general. La estrategia tiene metas más generales y a un plazo más largo que las tácticas.
Ahora que ya has decidido tu estrategia, necesitas definir cómo la llevarás a cabo. Si irás río abajo, ¿caminarás por toda la orilla o tomarás una balsa? Para sobrevivir, ¿Llevarás contigo un cuchillo? ¿Qué tipo de chuchillo? ¿Cómo harás fuego? ¿Cuántos días y noches to tomará para llegar a salvo? Como puedes ver, no hay un número definido de tácticas, serán las necesarias para lograr cumplir con la estrategia. Las tácticas usualmente se hacen “por debajo de los hombros”. Son los “quiénes y cómos”.
Lo que las personas hacen normalmente es arriesgarse y salir con una cantidad de tácticas pero sin estrategia, es como tener herramientas para tallar madera y simplemente empezar a trabajar, esperando que algo bonito y bien hecho salga de nuestra habilidad para manejar esas herramientas. Si quieres ser un estratega verdadero, debes tener desde antes, en la mente y “en papel”, lo que quieres crear o lograr antes de buscar las herramientas correctas.
Toma tu tiempo para definir tus tácticas y estrategias antes de ir a la guerra.